Cuando la autora estaba realizando la
investigación para escribir la vida de la Emperatriz Mehrunnisa (La Emperatriztras el Velo y La Emperatriz del Sol), se encontró con datos muy interesantes
sobre una joven: la hija mayor del
emperador Sha Yanan, que tras la muerte de su madre Muntaz Mahal, paso a
ser la mujer más poderosa del zenana real, algo inusual, pues nunca una hija
ostentó tal rango y menos cuando su padre tenía otras esposas.
La vida de la princesa Yahanara, fue
tan trasgresora para la época como la de su tía abuela la Emperatriz
Mehrunnisa. A una muy joven edad tomó la responsabilidad de llevar el peso del
imperio junto con su padre. Fue su apoyo y compañía en todo momento y
sacrificó, hasta el último halito de vida de su padre, su felicidad por la de
él. Debió hacer frente a habladurías generadas por su comportamiento poco
ortodoxo, debió vivir un amor clandestino y renunciar al fruto de éste. Y más
aun tuvo que ver impotente cómo sus hermanos luchaban por suceder a su padre
estando éste aun vivo y una vez derrocado el Emperador Sha Yanan, por su hijo
Aurangzeb, compartió con él 9 años de prisión, desafiando las peticiones de su
hermano para unirse a él, algo que sólo hizo una vez enterró a su padre, en la
Tumba Luminosa, junto a su madre.
Es un relato interesante en el que la
autora da a conocer a las mujeres que desde la sombra y en un segundo plano
ayudaron a mantener el imperio más poderoso de la época. Esta trilogía ratifica
el refrán: “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”.
Los acontecimientos se entrelazan con
la construcción de la maravillosa Tumba Luminosa, conocida en el mundo como el
Taj Mahal.
Esta tercera parte, al igual que las
dos anteriores, es una novela histórica que merece la pena ser leída.
CALIFICACION: 4,5 / 5
SINOPSIS: 17 de junio, 1631. La bella
Aryumand ha muerto al dar a luz. A su lado la lloran su marido, el emperador
mogol Sha Yahan, y la hija mayor de ambos, la princesa Yahanara.
Con solo diecisiete años, la joven debe
asumir las responsabilidades de una emperatriz sin serlo: acompañar a su padre
en el duelo, tomar las riendas del harén, administrar las enormes riquezas de
su madre y atemperar los ánimos de sus hermanos, que prepararán la sucesión
cada uno por su cuenta.
Una sola cosa alegra los días a
Yahanara: las atenciones que le depara el apuesto Nayabat Jan. Sin embargo hay
quien, aconsejado por las malas lenguas, no ve con buenos ojos su relación con
este noble venido del norte... porque ella debe gobernar en la sombra mientras
Sha Yahan dedica su tiempo y los recursos de su imperio a construir el mayor
homenaje al amor de la historia de la humanidad, el Taj Mahal.




