domingo, 4 de diciembre de 2011

EL REGALO DE LA OFENSA


Hace un par de días fui a visitar a una amiga a su casa. Ella es del tipo de persona a la que difícilmente puedes ver molesta, pero ese día fue la excepción. Tras abrirme la puerta de su apartamento y saludarme, caminó hacia un closet que estaba en el pasillo, yo la seguí. Tenía las puertas abiertas de par en par, lo que me permitió observar como un lado estaba repleto de cosas sin usar, ella me las señaló y dijo:
-       Estaba intentando organizar esta parte – y la apuntó- ¿Puedes creer la cantidad de mierda que es capaz de regalar la gente?
Yo sin saber mucho cómo seguir el tema, le dije:
-       Bueno hay personas que son especialistas en “salir del paso”, otras no tienen la capacidad económica para hacer buenos regalos –sin darme cuenta caí en las típicas respuestas para justificar a los que “regalan ofensas”-.
Tania, mi amiga, me atajó y dijo:
-       No, Desdela, el no tener dinero no es disculpa, hay cosas muy baratas que son útiles, y si no lo fueran al menos sabes que la persona que te las dio, se tomó la molestia de pensar en algo que te podría gustar. Ésto –señaló al closet repleto- es mierda de la que querían salir.
Al detallar los objetos que había en el armario (porta cosméticos que regalan al comprar un par de productos de una marca, marcos de fotos que regalan al revelar más de un rollo, tacitas cursis e inútiles, pulseras baratas, discos que claramente no eran del gusto de Tania,  apliques para el cabello de esos que son 3x1, peluches y demás cosas inútiles) no pude más que rendirme ante la evidencia.
-       Bueno, la verdad, es que quien te haya regalado esto no sé con qué propósito lo hizo –respondí-.
-       ¿Ves esto? –me enseñó un jarrón pequeño de vidrio- esto se lo regalaron a Gladis. Yo estaba cuando se lo dieron y ella, con su cara muy lavada, me lo dio a mí en mi cumpleaños, un par de meses después, ¿lo puedes creer?
-       La verdad es que si analizas la situación con detalle, te podrás dar cuenta que Gladis a nosotras suele regalarnos “sobras”, eso no es nuevo. A mí una vez me regaló un portavelas y cuando lo volteé ponía recuerdo de mi primera comunión.
-       Sí, ella a todo el mundo le da buenos regalos y a nosotras cosas como esta –señaló el jarrón- o el recuerdo de una primera comunión a la que fue. No sé por qué lo hace. ¿No te molesta?
-       Bueno, si sabes que alguien es incondicional contigo, das por sentado que siempre estará ahí sin importar lo que pase, probablemente sea por ese motivo y la verdad es que sí, al principio, me molestaba mucho, pero ahora simplemente no le regalo nada, para que así no me regale nada que me ofenda. Es lo que consiguió.
-       Pero lo que tú haces no está bien, uno no debería tener que actuar así.
-       Es cierto, uno no debe actuar así, pero la otra opción es convertir un closet de mi casa en un almacén de regalos que ofenden –le dije señalando al suyo-.
-       Te advierto, que son unos pocos los que han llenado este closet.
-       Sí es que hay personas “especiales” que suelen elegir a un pardillo al que le regalan lo primero que encuentren, sin importar lo que la persona pueda sentir al recibirlo.
-       Eso pasa porque uno es demasiado educado. A mí me pueden estar dando lo peor, pero yo doy las gracias.
-       Yo solía hacer eso, pero un día me pregunté: si yo debo ser educada y mantener la compostura cuando recibo un regalo que claramente fue hecho para salir del compromiso, sin pensar en mi gusto o su utilidad, ¿acaso la persona que lo entrega no tiene un mínimo de vergüenza?
-       Sí la tiene, pero saben que tú no eres de las que antepone un regalo a la amistad y justamente por eso abusan de la amistad. Pero cuál es la solución.
-       La solución es no perder la compostura, dar las gracias y luego cuando veas que el regalo es una porquería, esbozas tu mejor sonrisa y se lo das de vuelta a la persona que te lo dio.
-       ¿Así de simple?
-       Sí, así de simple.
La conversación siguió un rato más. Tania, finalmente, cerró el closet de la ofensa y decidió que muchos de esos regalos volverían a manos de los que se los dieron cuando la fecha especial llegase.
Mi recomendación a todos los que regalan para salir del paso, es que antes de entregar el obsequio lo piensen dos veces, porque a veces no dan un regalo sino una ofensa.
Desdela Barrera

2 comentarios:

  1. Eso es una verdad como un templo. Me encantó este relato. Ana L.

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  2. Pues por lo que a mí respecta, la peor ofensa es devolver el regalo. Qué triste historia, la persona que recibió los regalos y los tiene en ese clóset, no es digna ni de que le regalen una porquería. Pienso que recibiendo el regalo no se le va a quitar nada, luego si no lo quiere que haga con él lo que quiera, y guárdese los comentarios para sí misma. Y si le indignaron tanto los regalos porque tiene el clóset lleno de ellos.? La historia en verdad es aberrante.

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