Hace un par de días fui a visitar a
una amiga a su casa. Ella es del tipo de persona a la que difícilmente puedes
ver molesta, pero ese día fue la excepción. Tras abrirme la puerta de su
apartamento y saludarme, caminó hacia un closet que estaba en el pasillo, yo la
seguí. Tenía las puertas abiertas de par en par, lo que me permitió observar como
un lado estaba repleto de cosas sin usar, ella me las señaló y dijo:
-
Estaba
intentando organizar esta parte – y la apuntó- ¿Puedes creer la cantidad de
mierda que es capaz de regalar la gente?
Yo sin saber mucho cómo seguir el
tema, le dije:
-
Bueno
hay personas que son especialistas en “salir del paso”, otras no tienen la
capacidad económica para hacer buenos regalos –sin darme cuenta caí en las
típicas respuestas para justificar a los que “regalan ofensas”-.
Tania, mi amiga, me atajó y dijo:
-
No,
Desdela, el no tener dinero no es disculpa, hay cosas muy baratas que son
útiles, y si no lo fueran al menos sabes que la persona que te las dio, se tomó
la molestia de pensar en algo que te podría gustar. Ésto –señaló al closet
repleto- es mierda de la que querían salir.
Al detallar los objetos que había en
el armario (porta cosméticos que regalan al comprar un par de productos de una
marca, marcos de fotos que regalan al revelar más de un rollo, tacitas cursis e
inútiles, pulseras baratas, discos que claramente no eran del gusto de
Tania, apliques para el cabello de esos
que son 3x1, peluches y demás cosas inútiles) no pude más que rendirme ante la
evidencia.
-
Bueno,
la verdad, es que quien te haya regalado esto no sé con qué propósito lo hizo
–respondí-.
-
¿Ves
esto? –me enseñó un jarrón pequeño de vidrio- esto se lo regalaron a Gladis. Yo
estaba cuando se lo dieron y ella, con su cara muy lavada, me lo dio a mí en mi
cumpleaños, un par de meses después, ¿lo puedes creer?
-
La
verdad es que si analizas la situación con detalle, te podrás dar cuenta que Gladis
a nosotras suele regalarnos “sobras”, eso no es nuevo. A mí una vez me regaló un
portavelas y cuando lo volteé ponía recuerdo de mi primera comunión.
-
Sí,
ella a todo el mundo le da buenos regalos y a nosotras cosas como esta –señaló el
jarrón- o el recuerdo de una primera comunión a la que fue. No sé por qué lo
hace. ¿No te molesta?
-
Bueno,
si sabes que alguien es incondicional contigo, das por sentado que siempre estará
ahí sin importar lo que pase, probablemente sea por ese motivo y la verdad es
que sí, al principio, me molestaba mucho, pero ahora simplemente no le regalo
nada, para que así no me regale nada que me ofenda. Es lo que consiguió.
-
Pero
lo que tú haces no está bien, uno no debería tener que actuar así.
-
Es
cierto, uno no debe actuar así, pero la otra opción es convertir un closet de
mi casa en un almacén de regalos que ofenden –le dije señalando al suyo-.
-
Te
advierto, que son unos pocos los que han llenado este closet.
-
Sí
es que hay personas “especiales” que suelen elegir a un pardillo al que le
regalan lo primero que encuentren, sin importar lo que la persona pueda sentir
al recibirlo.
-
Eso
pasa porque uno es demasiado educado. A mí me pueden estar dando lo peor, pero
yo doy las gracias.
-
Yo
solía hacer eso, pero un día me pregunté: si yo debo ser educada y mantener la
compostura cuando recibo un regalo que claramente fue hecho para salir del
compromiso, sin pensar en mi gusto o su utilidad, ¿acaso la persona que lo
entrega no tiene un mínimo de vergüenza?
-
Sí
la tiene, pero saben que tú no eres de las que antepone un regalo a la amistad
y justamente por eso abusan de la amistad. Pero cuál es la solución.
-
La
solución es no perder la compostura, dar las gracias y luego cuando veas que el
regalo es una porquería, esbozas tu mejor sonrisa y se lo das de vuelta a la
persona que te lo dio.
-
¿Así
de simple?
-
Sí,
así de simple.
La conversación siguió un rato más.
Tania, finalmente, cerró el closet de la ofensa y decidió que muchos de esos
regalos volverían a manos de los que se los dieron cuando la fecha especial
llegase.
Mi recomendación a todos los que regalan
para salir del paso, es que antes de entregar el obsequio lo piensen dos veces,
porque a veces no dan un regalo sino una ofensa.
Desdela Barrera